ANGUSTIA
Qué dolor. Qué dolor tan intenso recorre una y otra vez los vastos desiertos de tu cuerpo ya rendido.
Qué sensación tan poco deseada que amenaza con partir la cama en dos.
Qué días tan amargos tambalean un presagio de locura y desesperación. Cuando todo cuanto tienes se enamora de un paisaje encantador y con llamas de rencor te fustiga sin piedad y se aleja sin volver la vista atrás.
Qué dolor tan aciago, qué dolor. Los pasillos de tu mente se estrechan y sin fuerzas tú esperas a que llegue la razón.
Pero todo cambiará y los signos de bondad mostrarán su fealdad y en el suelo aullarás de cansancio y de dolor. Qué dolor.
Las estrellas se caerán y tu paso por el mundo no tendrá ningún sentido. Y ciego de llorar, con pupilas dilatadas brindarás con alquitrán y fumarás vapor de agua.
La comprensión se hará mito y el mito se hará comprensión. Hallarás nuevas paredes donde dibujar y nuevas macetas donde plantar. Entenderás lo incomprensible y brindarás con alquitrán. Y de rodillas en el suelo aullarás.
Es difícil de explicar, pero un día tras la húmeda cortina que separa el bien del mal, tras espejos empañados y tras puertas de cristal, hallarás su corazón. Y de rodillas aullarás y brindarás con alquitrán y ya no dibujarás y ya no plantarás.
Su silencio se hará tu prisión. Violines marchitados tocarán. Y saldrá sangre de tus ojos cuando contemples el final.
Que fue tu principio.